A lo largo de la historia pueden encontrarse múltiples ejemplos de obras inacabadas, en unos casos debido al fallecimiento del autor o por decisión propia en muchos otros. Gaudí, Rembrandt, Goya, Rodin o Miguel Ángel son algunos miembros del club de la "opera interrupta" que dejaron como herencia excepcionales muestras artísticas, respondiendo a una forma adelantada de concebir la plasticidad de su época.
Existen casos incluso de obras que sin ser su destino último la no finalización han adquirido una identidad propia principalmente por esta característica; un ejemplo es el Templo de la Sagrada Familia, en Barcelona, obra de Antonio Gaudí, famoso por no haber llegado a ser concluido debido a la temprana muerte del arquitecto, quien además fue construyéndolo sin tener los respectivos planos.
Algo semejante a lo que ocurrió con el más monumental de los encargos realizados a Rodin para el Museo de Artes Decorativas en París, el cual quedó inacabado debido al fallecimiento del escultor; o también los cartones encargados por Carlos III a Francisco de Goya, quien no puedo finalizarlos por la mismas razones.
En estos casos, la "obra inacabada" fue por accidente, pero existen otras cuyo carácter inconcluso fue buscado ex profeso por el artista: quizá uno de los casos más famosos sea el de Miguel Ángel, quién dejó inconclusas intencionalmente algunas de las esculturas de su última etapa.
Rembrandt, por su parte, dejó muchos de sus grabados sin finalizar, recurriendo tan sólo a una suerte de esbozo de líneas entrecruzadas; Duchamp tampoco concluyó su obra El Gran vidrio, en la cual trabajó durante ocho años hasta que optó dejarla inacabada como una forma de escapar a los cánones de su propia época.
Existen casos incluso de obras que sin ser su destino último la no finalización han adquirido una identidad propia principalmente por esta característica; un ejemplo es el Templo de la Sagrada Familia, en Barcelona, obra de Antonio Gaudí, famoso por no haber llegado a ser concluido debido a la temprana muerte del arquitecto, quien además fue construyéndolo sin tener los respectivos planos.
Algo semejante a lo que ocurrió con el más monumental de los encargos realizados a Rodin para el Museo de Artes Decorativas en París, el cual quedó inacabado debido al fallecimiento del escultor; o también los cartones encargados por Carlos III a Francisco de Goya, quien no puedo finalizarlos por la mismas razones.
En estos casos, la "obra inacabada" fue por accidente, pero existen otras cuyo carácter inconcluso fue buscado ex profeso por el artista: quizá uno de los casos más famosos sea el de Miguel Ángel, quién dejó inconclusas intencionalmente algunas de las esculturas de su última etapa.
Rembrandt, por su parte, dejó muchos de sus grabados sin finalizar, recurriendo tan sólo a una suerte de esbozo de líneas entrecruzadas; Duchamp tampoco concluyó su obra El Gran vidrio, en la cual trabajó durante ocho años hasta que optó dejarla inacabada como una forma de escapar a los cánones de su propia época.
Cuándo está realmente finalizada una obra de arte, es una de las preguntas que todo creador se ha hecho alguna vez a lo largo del proceso de ejecución de una pieza, en medio de la indecisión, el perfeccionismo y la inquietud de realizar añadidos innecesarios.
Al igual que sucede con muchos otros aspectos, los procesos y límites asociados al mundo del arte difieren de los de la "vida común y corriente", si se le puede decir de este modo. Así, la perfección, la corrección y lo acabado, son términos que no siempre aseguran la génesis favorable de una obra de arte.
1 comentario:
muy buena página
pero yo también amo las letras fugaces!! aunque no se me haya invitado...
gracias por la visita a mi blog!
saludos desde Chihuahua
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