Más tarde se mudó al estado de Hidalgo donde radica en la actualidad. Hasta ahora sus creaciones han sido exhibidas en exposiciones tanto individuales como colectivas en diversos espacios culturales. Conocedora de la magia que puede desplegar cada una de sus pinceladas, su sensibilidad toma formas azules, púrpuras y ocres para reflejar laberintos oníricos por donde la mirada queda complacida.
Quien es testigo de su obra coincide en que Domini ha desarrollado un estilo propio, resultado de influencias tan particulares como René Magritte, o Remedios Varo. Sus cuadros tallados en madera conjugan una amplia gama de colorido, así como una depurada mezcla de elementos fantásticos.
Con trazos bien definidos, los personajes que aparecen plasmados en sus lienzos retan a la capacidad imaginativa del espectador. En ese universo, animales, castillos, lunas, ángeles y mujeres adoptan formas inéditas en una suerte de arte que brota a través de una vía profundamente experimental.
El conjunto de sus composiciones confirman el dominio de un lenguaje visual capaz de fusionar la realidad con los mundos interiores que conviven en ella. Y es que dentro de su quehacer pictórico existe una vocación cuya tenacidad sin límites la ha llevado a transformar su vida en una verdadera obra de arte.